martes, 28 de diciembre de 2010

Felices Fiestas para todos....como sea.


Y como sea porque si esperamos tener todo para ser felices nunca lo seremos. Seamos felices con lo que tenemos que no es poco. Seamos felices porque tenemos a alguien con quien compartir, porque hay un plato de comida en la mesa (cosa que muchos no tendrán) porque tenemos proyectos, porque alguien nos quiere y tenemos a quien querer, seamos felices "porque sí" como decia mi hijo cuando era chiquito,y no seamos como Eustaquio que perdió la vida esperando..... esperando qué? Leeanlo es muy bello esta narración de Enrique Mariscal que se llama “Problemas complicados”, y dice así...

"Según las edades, circunstancias, estados de ánimo y conocimiento, cada uno enfrenta los conflictos propios de la existencia con dosis variadas de ansiedad y de suerte. En cada caso, el problema inmediato parece ser el más “complicado”. La distancia relativiza la intensidad que tuvo cada dificultad.
Un alma sensible confesó de esta manera su particular historia de vida:

“Me llamo Eustaquio, tengo un año y medio y no sé qué significa esto. Cuando se me cae el chupete entre las sábanas, o se me pierde mi oso de peluche, es tal mi desesperación que lloro y pataleo para que mis padres resuelvan mi dificultad. ¡Qué angustia! ¡Son problemas complicados!.

“¡Hola! Soy Eustaquio, cumplí 8 años, me encanta jugar al fútbol. El mes pasado me saqué una nota estupenda en matemáticas. Mis padres me compraron una pelota profesional; fui el niño más feliz del mundo. Todo era felicidad hasta hoy. La pelota se me pinchó y mi madre me dijo que no iba a comprarme otra por descuidado. ¡Qué angustia!¡Estos sí que son problemas complicados!.

“¿Qué tal? Tengo 15 años y me llamo Eustaquio Rojo. ¿Alguna vez se pusieron a pensar quién soy?. ¿Por qué naciste?¿Qué será de tu futuro?¿Por qué soy yo, y no otra persona?. En realidad me doy cuenta de que con tantas dudas, así la vida se va haciendo difícil. ¡Qué angustia tengo! ¡Estos sí que son problemas complicados!”.

“¿Cómo estás? Me llamo Eustaquio, y voy a cumplir la grandiosa edad de 18 años. Tengo bajas cuatro materias, y creo que estoy liquidado, soy un fracaso, no sirvo para nada. No quiero ni pensar en la reacción de mis viejos cuando se enteren. Y eso no es todo, lo que me tiene peor es esa gurisa que conocí hace un tiempo; me parece que me enamoré, pero es un poco boba. No sé qué hacer, qué decir, cómo actuar. Esta vida no vale un comino. ¡Cómo me gustaría ser niño otra vez, en esa edad uno no tiene problemas!¡Qué angustiado estoy!¡Estos sí que son problemas complicados!.

“¿Qué tal? Soy el contador Eustaquio Rojo. La empresa donde trabajo no me paga lo suficiente. Estudié toda una vida y...¿es esto lo que recibo?¡No es posible!. Con esta crisis, que ahoga, el gobierno nos hunde cada día. Ya no soy feliz como cuando era adolescente; entonces no había preocupaciones, ni responsabilidades. Tenía casa, comida, ropa; todo por delante, mi única obligación era el Liceo ¡Prepárense para el futuro! Porque está lleno de problemas complicados... ¡Qué angustia!”.

Gusto en conocerlos, soy el catedrático de la Facultad de Ciencias Económicas Eustaquio Rojo, padre de familia. Mis hijos la van llevando, pero no me banco más a mi esposa, no es la que conocí hace 18 años. ¡Bendita edad!. Cuando construís castillos en el aire, soñás con ser millonario, famoso, o como cuando estaba en la universidad y tenía el mundo a mis pies. Ahora todo es diferente; la vida es dura. Estoy sintiendo una gran angustia ante toda la impotencia para cambiar el mundo. ¡Estos sí que son problemas complicados!”

“¡Hola!¡Ya soy abuelo! Mi nieto se llama Eustaquio, como yo. Goza de buena salud. ¡Qué suerte! Si yo la tuviera sería el hombre más feliz del mundo, haría tantas cosas que no puedo hacer... caminaría por el parque de la mano con esa bendita mujer que tengo desde hace 50 años, jugaría con mi nieto a la pelota, viajaría de vez en cuando con la plata que pude juntar y que ahora se me va toda en medicación. ¡Qué lástima que la vida sea angustiosa y esté llena de problemas!”

“¿Qué pasa? ¡No sé dónde estoy! Aquí sólo veo una luz lejos, al final del camino. Hace un tiempo fallecí, pero, en realidad, muerto sigo consciente. Tarde me di cuenta de que la vida es más sencilla. En realidad, estuve muerto, quejándome de todo, sintiendo que la vida era para sufrir. No entiendo por qué me preocupaba por un estúpido sonajero o una pelota pinchada. ¿Qué importa que tuviese cuatro materias bajas? ¿Por qué le tenía miedo a esa mujer que llegó a ser mi esposa y que sólo de viejo supe valorar? ¿A quién le importa el gobierno? ¿Por qué me preocupaba de mi salud cuando lo único que tenía era un resfrío? Lo más importante era... ¡que estaba vivo! ¡con sueños y esperanzas!

Yo mismo me impuse el peor castigo que puede elegir un ser humano: el no vivir la vida. Tarde me di cuenta de que en realidad no existen problemas complicados.

El secreto es vivir intensamente el momento, aprovechar cada día y ser más feliz con lo que ya tenés. El no darte cuenta de eso... ¡ eso sí que es un problema complicado!"

Con todo mi cariño y estén atentos que la vida ya es bastante complicada como para que nos hagamos problemas. Gracias por el hermoso año que compartimos. Andrea