domingo, 6 de junio de 2010

Hablemos el mismo idioma

Mis alumnos ya se dieron cuenta de que no hablamos el mismo idioma. Para comprender lo que se dice tengo que entender el contexto en el que fue dicho y como entender lo que nunca viví, ni leí, ni sentí.
Ellos ya asumieron que yo no sé. Y aunque me causa mucha gracia sus actitudes de “venga que le explico” tienen razón. Yo no sé.
Para mí era normal tener una mamá que me esperaba después del colegio con el almuerzo servido. Para mí era normal compartir, tener, sentir amor, ser cuidada. Para ellos no. Son sobrevivientes. Si yo veía un móvil de la policía me asustaba, ellos los saludan y se ríen de ellos.
La autoridad la tiene el más fuerte. Para mí la autoridad la tenían los mayores en general, sobretodo mi papá.
En una entrevista que le hicieron a la mamá de Alfredo Mercenac la escuché decir: “no le enseñaron a respetar”. Y mil veces me replantee como docente cómo se enseña a respetar. Este es un valor que debe enseñar la familia, pero cuando esta no la hace. ¿Quién lo enseña y cómo?
Desde que nacieron mis hijos les dije: “ a los adultos se los respeta”, “a tu maestra no le faltás el respeto”, “podés decir cuando te den la palabra y nunca pasarás por arriba de ningún mayor”. Frases simples que seguramente usted escucho o dijo.¿ Pero qué pasa con los niños a los que nunca le enseñaron?.
Muchos maestros soportan, otros se vuelven violentos, otros se ocultan en la justificación “a mí no me lo dijo es la forma de reaccionar a esta sociedad que lo agrede permanentemente” y otros despotricamos todo el día como lo hago yo. Pero nadie tiene la solución.
Pretenden que los docentes enseñen en estos contextos, como me gustaría que el que lo dice lo haga un solo día, más no duraría. Muchos logran revertir situaciones escolares adaptando, mejorando o escuchando a sus alumnos. Pero pongámonos de acuerdo mientras no se arregle la sociedad destructiva en la que vivimos la educación no mejorará. Gastarán fortunas en cosas que no necesitamos y nunca pagarán lo que en verdad hace falta. En vez de mandar una netbook a cada adolescente por qué no facilitan el acceso a terapia psicológica, asistencia social permanente a hogares en riesgo, programas de deportes que les fortalezca el carácter y la disciplina. Por qué no crean escuelas de arte para el fin de semana, donde puedan expresarse y liberarse, con comedor o no se dieron cuenta que del viernes al lunes hay dos días sin comedor.
Hay presupuesto mal usado, sin control ni proyectos. Se gasta mal y esa parece la idea. Solo se preocupan si te quejas si no a nadie le importa. Qué bueno sería que del ministerio bajaran a cada escuela a ver las necesidades que tienen, los proyectos que le interesan y la manera de poder gestionar todo lo que esa comunidad necesita.
Qué bueno sería que todas las escuelas tuvieran un gabinete de informática, bien asistido, donde este sea un medio para aprender y acceder a los conocimientos de la época en vez de “regalar” lo que será muy difícil de controlar y usar entre docentes no formados y jóvenes en riesgo. Si llevar celulares a la escuela sirvió para crear caos imaginen lo que será esta tecnología. Más palos en la rueda para los docentes y más inseguridad para los alumnos.
¿Tienen todos claro para qué van a usar las computadoras? ¿Estamos capacitados?
No me mal interpreten, creo firmemente en la tecnología para mejorar nuestra calidad de vida pero antes de eso hay que enseñar y planear. Y aprender lleva tiempo.

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